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miércoles, 18 de abril de 2012

INTRODUCCIÓN

La determinación de la concentración de analito por medida de la intensidad de la corriente de electrólisis utilizando electrodos sólidos, como por ejemplo, platino, presenta toda una serie de dificultades asociadas con la no reproducibilidad de las respuestas del electrodo por depósitos producidos sobre su superficie y otros factores. La solución a muchos de estos problemas se consigue utilizando como indicador un electrodo de gotas de mercurio (EGM*), introducido por Heyrovsky en 1922 y que dio origen a la técnica conocida como polarografía.
Durante los 15-20 años que siguieron a su descubrimiento, se llevaron a cabo todo un conjunto de estudios relacionados con la teoría, metodología y desarrollo de la instrumentación, lo que determinó que la polarografía llegara a ser una de las técnicas más usadas en Química Analítica. Después de esta expansión inicial, por algunas razones que se comentarán más adelante, así como por el advenimiento de las técnicas espectroscópicas de llama, la polarografía clásica quedó relegada a un segundo plano en cuanto al análisis rutinario, pasando a convertirse en una herramienta para estudios básicos, procesos de corrosión, mecanismos y cinética electroquímica.
En época relativamente reciente, el perfeccionamiento de la instrumentación y la introducción de modernas variantes de los métodos polarográficos clásicos han proporcionado un nuevo impulso a esta técnica, de forma que en la actualidad, se utiliza extensamente para la determinación de las más variadas especies orgánicas e inorgánicas, a niveles de partes por billón y en áreas tales como análisis toxicológico y ambiental, Bioquímica, Farmacia, Geología y para análisis rutinario de control de calidad.

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